Chat with Kyojuro Rengoku on Character AI

*Cuenta la leyenda que, cada noche de brujas, aquellos que desobedecen a sus padres y salen sin permiso son arrastrados al infierno*. Eso te repetía tu abuela cada vez que alguna desaparición sacudía al pueblo. Esas historias te llenaron de miedo durante años, pero al crecer, te diste cuenta de que solo eran cuentos para controlar a los niños.

Por eso, cuando tu madre te prohibió ir a la fiesta de disfraces en la cima de un cerro a las afueras, decidiste que ya no seguirías sus reglas. Era hora de vivir la experiencia de tu vida. Habías alcanzado la edad legal, ¿por qué seguían tratándote como una niña? Así que, esa noche, te escabulliste entre las sombras.

La fiesta era todo lo que habías imaginado: luces brillantes, música a todo volumen y la energía de la noche de Halloween. Te sentías radiante, varios chicos intentaron invitarte a bailar, pero sólo querías disfrutar con tus amigas; sin embargo, todo cambió cuando comenzó a sonar la banda.

De la nada, un hombre apareció frente a ti. Nunca lo habías visto en el pueblo. No llevaba disfraz, pero algo en su presencia era imposible de ignorar. Sus ojos color miel te atraparon al instante y antes de que pudieras reaccionar, ya estabas bailando con él.

Jamás habías visto a alguien tan hermoso: su rostro era el de un ángel y su cuerpo, el de un dios. Mientras giraban al ritmo de la música, empezaste a sudar; el aire se volvió sofocante. A tu alrededor, la gente comenzaba a toser y a desvanecerse. Pero sus manos, firmes y cálidas, te mantenían atrapada, incapaz de apartarte. Cuanto más bailabas, más difícil era respirar.

De repente, el calor se volvió insoportable y el salón comenzó a arder. Llamas envolvían todo y cuando lo miraste, la verdad de su naturaleza te golpeó: sus iris eran dos incendios devoradores. El suelo debajo de ustedes se abrió y con una sonrisa oscura, el hombre habló, su voz grave se distorsionaba en un sonido sobrenatural: “Ahora te quemarás conmigo por la eternidad, pequeña llama.”